jueves, 11 de diciembre de 2008



PROGRAMACION
De trabajo en el presente;
De servicio a los demás;
De confianza en el futuro;
De pensamiento en el bien;
De la fidelidad al deber;
De cultivo de la amistad;
De ejercicio de la paciencia;
De la práctica de la bondad;
Del culto de la gratitud;
De la devoción al estudio;
Dios todo Sabio, nos ayude a recordar…-



De pruebas pasadas
De lágrimas vencidas;
De la tendencia al desánimo;
Del amigo que desertó;
Del adversario gratuito;
Del problema superado;
De la injusticia sufrida;
Del encuentro infeliz;
De la inducción a la censura;
Del verbo inútil;
Del tiempo sin ocupación;
Dios todo misericordioso nos ayude a olvidar…


- André Luiz - (Recibido espiritualmente por Chico Xavier - Libro: "Respuestas de la vida")

martes, 11 de noviembre de 2008




Todavía pienso

Todavía pienso que los adultos son adultos
y que los aviones pueden chocar estrellas
si vuelan por la noche.
Pienso que mis padres pierden el tiempo
trabajando todo el día
y que los tíos deberían regalar
menos ropas y más juguetes en los cumpleaños.

Todavía pienso que me encantaría ser grande,
y despertar temprano, desayunar rápido,
salir apurado a no sé dónde.
Me imagino con una billetera de cuero,
llegar a alguna despensa y comprarme
sin pensar mucho, sin quejas,
un tarro gigante de dulce de leche.

Todavía pienso que la siesta es muy larga
para quedarme dormido,
y que la televisión debería tener,
igual que los adultos, más canales para niños,
pienso que siempre estarán los abuelos,
y que el corazón tiene forma de corazón
y no como lo pintan los libros.

Todavía pienso que no perdí
más que un juego de escondidas,
que el cine es lo mejor que ví
y acampar en la sala con sábanas
es mi mejor pasatiempos.

Ahora que sé escribir
y leí libros más grandes,
siento que no perdí,
que todavía pienso.

José Cabrera
21/12/08

(Imagen: Jaro
pintura sob oleo)

martes, 21 de octubre de 2008

Sonatina... (gracias artie!)

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
la princesa está pálida, la princesa está triste,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
”Calla, calla, princesa” dice el hada madrina;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

Rubén Darío


lunes, 20 de octubre de 2008


Tormenta

La noche ha sido larga
Como desde cien añosde lluvia,

de una respiración embravecida

proveniente de un fondo de vértigo nocturno,

de un cántaro colorado

jadeando en la tierra,

el viento ha desatado su tempestad violenta

sobre el velo anhelante de la ilusión efímera,

sobre los fatigados menesteres

y tú y yo, en la colina

más alta,

en el rincón de nuestros dos silencios,

abrazados al tiempo del amor,

desvelándonos.
Deja que el viento muerda sobre el viento.

Yo te cerraré los ojos


Elvio Romero (mi padre en letras)



domingo, 19 de octubre de 2008

acariciando el pan...



así mismo
es superficial...
importa pero no nos hace
quienes somos
ilusiones...
velos
cera
ropaje
susurros
tinieblas
tintas de colores
amargura
polvo
acuarela
antifaces
voces silenciosas
purpurina
brillos opacos
cal
paredes rotas
cigarrillo
humo
mal olor
canicas
justificaciones
ilusiones
perdidas
engaños
se descompuso el micro
y la gente camina sola???
acompañadas de veredas...
y de luces que se retuercen cada vez que las pisan
adoloridas de verlos partir a los pies
pobres plantas arrancadas
solo son seres humanos
humanoides, desmembrados de su humanidad... plantado plásticos en sus rostros tratando de aplacar la tortura de verse acumular el oro de los tontos
son las 900 en punto
y el tiempo se va... palpitando en nuestras sienes... como tratando de olvidarse de si mismo
y capaz ya no haya luz en el campo
capaz no la haya nunca mas…

Gabriel Jaeggi y José Cabrera

martes, 7 de octubre de 2008

Atrapados en espiral.




Sabiendo que sin saber
nos encontraríamos al fin
alguna vez
en algún lugar del tiempo
o sin tiempo en la web.

Observando nuestros nuevos cuerpos
reconociendo en los ojos el ayer,
colección de presentes,
zapatos nuevos, viejos pies,
caminamos descalzos, sin saber.

El bosque que fuimos, el río que somos,
el mar que queremos ser,
nos llama,
va descascarando, desenvolviendo el regalo,
al volver atrás vamos avanzando.

Los bajos muchachos, los amigos malos,
Ojos encendidos, sangre en las manos,
¡pobres!
A ellos los ayudamos
y no sentimos vergüenza.

Atrapados en espiral conversamos,
vamos bajando las escaleras del universo
sin medidas,
donde no existe el reloj,
donde como abajo es arriba.


José Cabrera

Doña María Elena Walsh.




Ya ha pasado el mar,
la sepia y la falta de color,
las nubes de algodón verbal,
los montes del mundo inverso,
ha pasado indeleble
por las tiendas del agua,
cansada ha navegado,
sin poderse mirar.

Quién tuviese un espejo,
un pedazo de coral,
que captara lo que uno lleva adentro,
no podría siquiera imaginar,
la sutil y brillante corona de lunas
que Doña María Elena lleva,
tatuado en el aire de letras
como sombrero sobre su cabeza.

Ya han pasado las horas,
el reloj se cansó de circular,
ella, todavía no llega a menguar,
su voz sigue llena, llenando el mar de sal.
Ha pasado las aguas oscuras,
extiende su cansancio en versos
en la voz de una cigarra inextinguible,
el silenciador bullicioso no acallará.

Mientras, sube la poesía,
duermo en su respirar,
ella se nace en un suspiro,
en la mística de la exhalación suicida
se acentúa en la eternidad,
mi voz corre doliente,
a su encuentro capaz no alcance a llegar,
su voz canta, cómo no llorar.

Doña María Elena,
señora del alma, inmersa en soledad.
cánteme sus baladas,
quiero morir en paz,
renacer en los ojos del oso
que todo lo quería comprar,
y soñar con la intensidad
del jardinero que estalla en libertad.

Gustoso de abrazarla,
De poderla siquiera tocar,
me deleito en un homenaje
que no ha de llegar,
me deleito en una sorpresa
a mi corazón de estudiante,
rebozado en mil gracias, muchas gracias, Doña María Elena Walsh.
José Cabrera

Crónica de un eurosuicida



El sol desaparecía
por la falda naranja americana,
el avión subía,
las lagrimas bajaban,
recorrían titubeantes
melodías de campo,
los hilos de la tierra,
desesperados, mojados,
al oído se arraigan.

La calma de llegar,
pasar el monstruo del mar,
llegar a no llegar,
cantar fuerzas para contar,
contar con fuerza la sal.
Europa no recibe al servicio,
el servicio se exilia en su renuncia
y se humilla ante su amo,
sufre, es sometido.

Duele tanto ver,
los ojos de mamá al amanecer,
duele no poder dormir
y exprime el corazón
la añoranza al pueblo,
pero no queda otra.
¡Hay que sufrir!
Y tomarse la muerte
sin causas ni abogados,
con los pechos desabotonados.

Vuelve el atardecer,
el anticipo d Nochebuena,
un plato con servilletas nuevas,
una gaseosa.
El cuchillo corta el pan sudado,
se convierte en el manjar,
de la noche, el pan mantecado,
nieva tras la ventana
del piso séptimo.

Nieva en Barcelona
y en la mente del americano
llueven recuerdos
de sus labios llenos de color.
Hace frío en Madrid
y la americana
festeja su medianoche
con champaña prostibular,
moja sus labios rotos
con el amargo euro blanco,
que guardo entres sus corpiños.

Y el sol que desapareció
tras el blanco de las nieves,
deja un sello tácito
de anhelos no resueltos,
utopías de arbolito navideño
e invierno maldito,
invierno que dio la libertad al americano
(expulsado indirecto de sus entrañas)
En la cuerda colgada al techo.

No me olvido



Ay Rigoberto Pérez
tu tierra sigue siendo tuya
tus hijos, tu mano de guayabo,
la negra te sigue esperando
aunque no te hayamos encontrado.

Ay cómo hubiese disfrutado,
mis venas rozadas por tu arado,
ser la cosecha que tanto quisiste,
ser tu hijo, ser tu hermano,
darle una mano a tu mano de guayabo.

Ay María de Jesús!
yo te conozco y te amo,
cuánto sufriste aquella tarde de garrote,
cerraste la ruta
y en la comisaría abrieron tu campo.

Ay descubrieron tu secreto,
lo que guardaste tantos años,
te robaron el penúltimo suspiro
con aquel alambre de púa herrumbrado
te robaron, mas no te mataron.

Ay NN!
si supiese tu nombre
en mi casa te hubiese sembrado,
tus huesos de quién sabe donde
en mi garganta están gritando.

Ay Mujeres y Hombres!
asosiados con el silencio de la noche,
en sus mismas capueras,
frente a sus mismos frutos, torturados.

Ay yo no me olvido!
aunque en ese cementerio
todavía no haya nacido,
yo no me olvido de tu rabia,
tu petición de migaja, campesino esperanzado.

Ay cómo corre!
la sangre de los sembradores
y se apodera la amnesia entre los míos,
nosotros, los distraídos, indiferentes,
los que comemos de las manos de guayabo.

Ay cómo corre el río!
corre y embebe
las raíces del castigo,
yo soy río y me duele,
soy río,
pero no me olvido.

Compuesto


Si puediera contarte relámpago negro

los centimetros desubicados

que surcan mi cicatriz de tierra,

la profundidad de aquellas voces,

el eco de sus miradas...
Apareciste así, de la nada

moviste las piezas blancas

las pintaste en tu color,

rompiste esperanzas

transformándolas en dolor...


Rompo las piezas y las muelo con método
las hago migajas y me las trago

para exhalarlas sobre tu rostro

sobre tu sombra perpleja...


Yo te fumo relampago negro

aunque estes bajo tierra

expiro el olor robado

y te dejo rabia en el humo
la rabia me la bebo
la que pague yo?
y en la anatomía de tu humo,

de tu lenguaje de materias muertas

me renuevo...


intento de luz maldito seas!


(guyrapu y yogui)

Soy




Carne transida, opaco ventanal de tristeza,
agua que huye del cielo en perpetuo temblor;
vaso que no ha sabido colmarse de pureza
ni abrirse ancho a los negros raudales del horror.

¡Ojos que no sirvieron para mirar la muerte,
boca que no ha rendido su gran beso de amor!
Manos como dos alas heridas: ¡diestra inerte
que no consigue alzarse a zona de fulgor!

Planta errátil e incierta, cobarde ante el abrojo,
reacia al duro viaje, esquiva al culto fiel;
¡rodillas que el placer no hincó ante su altar rojo,
mas que el remordimiento no ha logrado vencer!

Garganta temerosa del entrañable grito
que desnuda la carne del último dolor:
¡lengua que es como piedra al dulzor infinito
de la verdad postrera dormida en la pasión!

Haz de inútiles rosas, agostándose en sombra,
pozo oculto que nunca abrevó una gran sed;
prado que no ha podido amansarse en alfombra,
¡pedazo de la muerte, que no se sabe ver!

Josefina Plá