jueves, 30 de abril de 2009

Jerarquía y Sentido de Igualdad




El ser humano, criatura creadora, necesitada de Darse Cuenta de los factores que lleva consigo mismo, desde tiempos remotos recibe influencias que al parecer son externas o lo cataloga como externas porque lo ve así, como cosa Divina, Incomprensible del todo, entonces luego viene la pregunta donde está el Mundo Exterior y es ahí cuando empieza a hablar de Misterio, no sabe de dónde viene ni a dónde quiere llegar, lo único que paso desapercibido es que vino de su propia Conciencia, de sí mismo, de su interior o mejor dicho del Interior o Intimo (desconocido por él), pero para llegar a esa conciencia de Factores Divinos y Fuerzas Creadoras Evolutivas necesita como parte micro-cósmica del Universo, como ser sensorial guiado por su percepción y visión de la Realidad, un ejemplo cotidiano, una enseñanza cotidiana, porque solo mirando a través de sus sentidos puede captar realmente la esencia de lo que acontece consigo mismo y con lo que le rodea, es por eso que el Cristo predicaba con parábolas, con metáforas que aludían a la vida cotidiana del ser de esa época, por tanto, trataré de bajar a los niveles mas entendibles esta enseñanza que recibí de Maestros que me hablan de adentro para fuera.

Hace un tiempo recorría los pasillos de una empresa, llevaba papeles a firmar, gente ataviada en sus oficinas, con la mano en la cabeza, algunos con caras de preocupación, otros con aire de descanso, no sabía dónde llevar esos documentos, de repente en una de las oficinas escucho una voz cruel y alta (como para que todos se enteren de lo que está anunciando) un reto que oí con cierta familiriadad, por no parecerme extraño a empresas anteriores, la diferencia era que en ese momento escuché palabra por palabra sin eludir ninguna, total yo estaba como tercera persona, como extraterrestre curioso por la vida humana. Luego de oírlo saqué la conclusión de que era el dueño de la empresa o el presidente de esa asociación, porque le había reclamado en sus palabras a la secretaria que lo llame Presidente o mejor Sr. Presidente y al salir de la empresa tomé el santo bus, que me devolvía al pensamiento disperso entre ventanillas, y sentado mirando la gente, la calle y el hábitat mío, pensé por largo tiempo ¿Sr. Presidente? ¿Sr. Secretario? ¿Doctor? ¿Doctora? ¿Licenciado? Licenciada? ¿Padre? ¿Madre? ¿Director? ¿Directora? ¿Administrador? ¿Ministra? ¿Ministro? y ¿El nombre que le puso su madre? y ¿El título de Ser Humano? ¿Persona? ¿Animal? Pensé por largo tiempo todas las etiquetas que usamos y en un intento de querer juzgar antes de seguir pensando, pensé y entre ese intento llegaron a mí, de mí mismo, juicios, ¡Maldita sea la jerarquía! ¡Malditas etiquetas! ¿Quién fue el gran inteligente que se quiso creer más que el otro, entonces le bajó un grado menos? ¡Malditos humanos! Por supuesto, la serie de juicios no llevaba absolutamente a ningún lado, como el bus se enroscaba entre el tráfico del mediodía, acelerando y bocinando por la ciudad, mas no iba a ninguna parte. Tranquilo, me dije, busquemos un sentido a esto. Recordé que tenía que hacer algo esa tarde y me dije que habían cosas mejores en qué pensar. Traté de pensar en otras cosas y no encontraba qué pensar, a todo instante caía en la misma ecuación que aborté segundos pasados, la ecuación seguía, intacta, ni siquiera me atreví a desmenuzarla, ni siquiera intenté, empecé a darle vuelta como vueltas daba el ómnibus. La Jerarquía ¿Para qué? para un Título social o para un Acceso social, para un Renombre o para detalle del que ya tengo, para Identificarme con no sé qué o para saber quién es mi colega, para saber quién es mi esclavo o esclavo de quién soy, para saberme qué cosa o para dejar de enterarme de qué, tiempo, me reformulaba de nuevo la pregunta, la Jerarquía, ¿Para qué? una nueva faja de respuestas cuestionables llegaban, Jerarquía utilizaría para Organizar algo, ese sería su buen uso, Organizar para que no sea un caos, miré por el vidrio sucio de la ventanilla del colectivo y dos Guardias Urbanas miraban desde una esquina, su autoridad jerárquica nada me inspiraba para dar más cuerda a mi pensamiento, Organizar, iba por un camino que no sé si era el correcto pero llevaba a otros caminos, Jerarquía para Organizar, Organizar para Ordenar, punto seguido, ordenar de orden u ordenar de yo te ordeno, necesitaba aclarar esa palabra, orden como ordenanza u orden como Ubicación equilibrada de las cosas, cada vez subía más gente al ómnibus, tuve que ceder mi asiento a una señora que llevaba por los menos seis bolsos de mercado, y el chofer con cierta delicadeza de día pesado pedía que nos ubiquemos más atrás para que haya suficiente lugar entre los que estábamos parados, Ubicar, Ordenar, Organizar, ya era otro el nivel de mis acusaciones, me reí por dentro, y por fuera recibí miradas de una persona que estaba a mi costado derecho, me sentí desubicado (risas). Después, en una tela de araña interminable me pregunté cuestiones como los porqués de las acciones que llevo, el porqué de la carrera que estudio, el porqué del trabajo que llevo, el porqué de ese porqué, cuál es mi función y mi disfunción, qué doy al mundo y qué consumo de él, iba tejiendo sobre esa tela de araña una nueva capa que descubrían sus hilos internos, me dije estás cambiando el tema, y me dí cuenta en ese mismo momento que me pasé por lo menos dos barrios del lugar dónde tenía que bajarme, con rabia traté de llegar a la puerta, me apretaban todos esos cuerpos, pise mas de un pie, recibí más de una queja, toqué el timbre y el ómnibus paró, me bajé angustiado o mejor dicho rabiado, crucé la otra acera y esperé otro bus, la espera fue larga, sólo pensaba que con razón me parecía tan largo el viaje y era por el simple hecho de que ya pasé mi parada. Me pasé de parada, pero el tema no lo había concluido, traté de retomarlo, pensé de nuevo qué doy al mundo y el mundo qué me da, cuál es mi función y mi disfunción, qué me diferencia de los demás seres y qué me iguala a ellos, la Jerarquía ¿me diferencia de los demás? o es la diferencia que existe la que me hace ser humano, la Jerarquía como medio divide la humanidad a los humanos, qué me hace igual a otro ser, pensé, miré a otro que esperaba bus, igual de desesperado que yo o peor, eso me iguala a él, miré a otro que tenía la misma marca de reloj que yo usaba, eso me iguala a él, pero qué me iguala a todos los seres, miré a un mendigo sentado en el paseo central y vi sus heridas en los pies, yo tengo zapatos dije, soy muy diferente, pero tengo dolores diarios, capaz en otros grados, a él le duelen los pies y su pobreza, a mí me duele mi inconciencia, mi falta de razonamiento en mis impulsos, el caos que genero con mis palabras, qué dolor es más importante, ninguno, me dije, todos son importantes, son dolores y creo que nos iguala a todos, desde el hambre del mendigo hasta la soledad del rico, no nos salvamos, lo que nos diferencia es la forma en cómo vivimos, y después de todo ese andar por hilos finos me pregunté si la Jerarquía sólo sirve para Ordenar algo, entonces porque es constante en todas las sociedades, porqué no se la usa una sola vez y ya, así nos ahorraríamos las etiquetas como Presidente, Doctor, etc. Y entonces olvidé que somos olvidadizos (risas), que necesitamos recordar, por eso se nos recuerda siempre, Presidente! Secretario! Doctora! Directora! por eso, pero recordar qué? ¿que tenemos que ordenar? ahí llegó el bus, antes de subir, seguía pensando mientras contaba monedas, y me dije para recordar que tengo que ordenar, no, sino para recordar la Responsabilidad que me ordena, me subí al bus y retomé mi camino, no sabía si llegar a mi destino o permanecer en ese bus, solo sabía que retomé mi camino.

Así es mis queridos lectores, cómo se desenvuelve el proceso de pensamiento, y así es como llegué a estas verdades que hoy siguen siendo verdades para mí, es el Orden el que envía la Dirección, la Dirección nos envía a los térreos caminos de la Evolución, es la Evolución la que nos muestra el porqué y ahí nace la Responsabilidad ese sentido de Orden en la Evolución, y es la Responsabilidad la que suena debajo de cada etiqueta que nombramos. La Jerarquía nos Ordena, el Dolor nos iguala, en la Evolución todos pasamos por todas las formas de dolor y comprender el dolor ajeno (amar) nos ahorra duraciones interminables de sufrimiento. Doy gracias al Maestro Interior que siempre pica con su bastón la mente de su discípulo, este texto fue inspirado por Él y expirado por mi razocinio. Salve el Orden, Salve la Dirección, Salve la Evolución, Salve la Responsabilidad!

José Fernando Cabrera.
19/03/09

miércoles, 29 de abril de 2009

Adultez



Adultez

Si se apaga la luz y había sido
éramos sólo animalitos.
Nuestras acciones por vender,
¿Tendrán sentido alguno?
¡Cuántas veces olvidé
tomar la vida con soda!

Tendré muchos hijos,
más de una casa, dos automóviles
y corbatas para elegir.
Siempre supe que el infantilismo
no es cosa de la niñéz,
y que ser adulto no es crecer.

Que Dios tiene razón,
pero por suerte está lejos,
que la vida es dura
y me enferma la muerte.
Conozco mal educadamente
estas justificaciones.

Creo que soy bueno
porque soy solidario,
siempre doy monedas,
y me gustaría ver menos pobres.

La perorata de siempre,
el discurso del bolsillo, etc.
Por eso adimiro a los niños.
¿Será que estoy decreciendo?

José Fernando Cabrera.

lunes, 20 de abril de 2009

Fe



La Indiferencia, la Esperanza, la Ilusión y la Fe.

“Es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados.”

(San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, Principio y Fundamento)

Cuando escuchamos la palabra indiferencia, entendemos por lo general que se trata de un sentir apático del ser hacia x cuestión, pero más entendemos que es hacia la vida. En lo personal es una palabra que encarna mucho, como la palabra Renuncia, indiferencia, creo que está mal conceptuada o mejor dicho la mal utilizamos, empezaré este texto con un pequeño cuento inspirado en varios autores de la creación, donde se mezclan la indiferencia, la esperanza, la ilusión y la fe.

He vivido en campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, hemos vivido meses sin comer, sin tomar agua o tomando el agua que derepente corría en los surcos de la tierra, proveniente de alguna lluvia, sabíamos que moriríamos en la cámara de gas o en el horno, aún así, vivimos tantos meses, desnutridos y deshidratados morimos, de miles de personas que se encontraban en esa situación, sólo unos cuantos desistieron y se suicidaron. La muerte era una cosa segura ahí dentro y también sabíamos que lo era afuera, la muerte era cuestión segura en la guerra y también en la paz, así que la muerte no era parámetro para desistir. Aún en esas condiciones infrahumanas, conseguíamos un pan por barraca y comíamos entre casi cien personas, un pan, y con eso sobrevivimos semanas, una lluvia, cada tres meses, aún así, con las necesidades básicas sin solventar, todavía estábamos ahí, con nuestros hijos, con nuestros compañeros, con nuestros padres, y aún así vivíamos, aunque luego toda esa supervivencia haya terminado en el horno. No cabía en nuestras mentes dejar todo, el sufrimiento era tan inmenso, el dolor tan fuerte, la muerte se nos hizo tan grande, pero nosotros, nuestro pueblo, los niños no se iban a suicidar, nuestros recuerdos, nuestra dignidad humana estaban ahí, resistiendo al mal que imperaba. La Dignidad recién se siente en uno y se gana uno, cuando es indigno de una atrocidad humana, porque es ahí, en ese dolor de la bestialidad, donde uno puede comprender el dolor de la Indignidad, de la humanidad invertida, de los miles que murieron, mueren y morirán indignamente entre tú y el tiempo. Y es ahí, en el dolor gigante donde uno se humaniza, cuando el verdugo ya no es el enemigo sino es el pobre hombre que no sabe lo que hace y si supiera ¡Dios lo libre, si supiera!, cuando la indiferencia no es hacia la vida, sino hacia el mundo, cuando la esperanza es la indiferencia a aquello que no nos lleva a la vida, cuando en ese proceso de humanización a través de imposiciones inhumanas todas aquellas “ideas” que tuvimos van muriendo lentamente, es la muerte de las ilusiones y es el primer dolor después de la tortura, el saber que puede que ya no tenga una casa propia, con hijos grandes en grandes universidades, los humanos tenemos tantas ideas de la vida que cuando muere una parece que todas se levantan y se revelan no como hechos sino como simples ideas que uno tiene de la vida… y me dicen que somos indiferentes ante la vida, yo desmiento porque mismo los más indiferentes, los agnósticos más grandes que estuvimos en ese campo de concentración aguantamos hasta el último momento, capaz no por la figura de Dios sino por lo que figuraba la vida en nosotros, por aquello que nos hacía ser, que en fin era Dios y éramos nosotros. La Fe, no era cuestión de creer o no, era cosa de vivir, de que al día siguiente si no encontrábamos a nuestros hijos en la barraca, no por eso dejaríamos a nuestra mujer y si no encontrábamos ni mujer, ni hijos, estaba ahí una fila de personas que recién llegaban al campamento. La fe, no era cuestión de creer, sino de actuar, de paciencia, de dolor y ella era tan simple como nuestros cuerpos desnudos. La fe, tan sencilla, tan insistente en no insistir, esperando a la puerta sin tocar. Ella movió nuestras montañas y sola, en silencio, con ella, con fe, evolucionamos. La esperanza era la indiferencia a la muerte, la fe nos demostraba la ilusión de nuestras ideas y hoy todavía conozco falsos holocaustos, gente ahogada en rocío, hombres que se suicidan por pasar el tiempo, gente, tanta gente que porque no abrazó el dolor, se entrega a la indiferencia de aquello que no lo lleva, no a la salvación eterna o la santidad, sino en lo mínimo a la dignidad de llamarse Ser Humano.

Inspirado en un alma en evolución.
Expirado por el que firma

José Fernando Cabrera Martínez
19/04/2009

martes, 14 de abril de 2009

La Ofrenda de Sangre y el Sentido de Renuncia.


La Ofrenda de Sangre y el Sentido de Renuncia.

(Diálogo con la Voz Interior que se atreve a escribir algo)


-Buenas Noches, hijo.

-¡Buenas Noches, Señor!

-¿Está todo en paz?

-Ud. Sabe mejor que yo.

-Entonces empecemos.

-¿Qué viene a mostrarme?

-Mira esta escena en tu mente, ¿Qué ves?

-Veo sangre Señor.

-¿Qué te causa?

-Me recuerda algo, algo que dejé de hacer, algo inconcluso.

-Es el llamado hijo. ¡La sangre es la que llama a retomar los causes naturales!

Cuando vivía en la tierra, era aprendiz de una escuela iniciática en el antiguo Egipto, la Escuela era solo de hombres, había otra de mujeres, donde todas eran vírgenes, a la orilla del Nilo teníamos nuestras enseñanzas, desde las artes secretas del universo hasta la compleja tarea de hacer nuestras propias vestimentas, confieso que me costaba mil veces más aprender a coser que comprender los misterios del universo (risas), creo que para eso venimos, pero no voy a contar lo que viví, sino lo que aprendí. Una de las reglas de la Escuela es que al salir de ella, como ciudadano sacerdote o como habitante del Templo, debíamos de hacer el Sacrificio más grande, dar nuestra Sangre, y esa idea siempre me inquietó, habían noches en que no podía dormir, pensando, cuánta sangre haría falta. Muy inocentes mis pensamientos no caían en la cuenta que no sólo trataba de sangre física, el sólo hecho de pensar en sangre me daba un terror inmenso, como si me hablaran de perder algo muy mío. Por supuesto que en esos tiempos todavía me dominaba la idea del Yo, de lo que es Mío y esas cosas que creó el ego.

Un día, fuera del claustro, caminaba por las calles de la ciudad, miles de personas venían de todas partes al centro comercial, todos vendían algo, todos compraban, algunos con un producto no tan preciado pero muy vendido, la pena, otros con animales, vegetales, canastas, cerámicas y tejidos, veía tanta gente junta y tanta gente distraída de sí mismas, comprando, vendiendo y hablando al mismo tiempo, me aturdió, sí, después de tantos años en aquel claustro. Al término de las avenidas comerciales, llegué a un Templo de un culto diferente al practicado por la Escuela a la que iba, entré y una imagen chocante me entreabrió todos mis sentidos, varios sacerdotes recibían de los fieles animales y en un altar los ofrendaban, sacrificándolos, una daga pequeña se encargaba de cortar el cuello y en una vasija se recogía la sangre del animal, luego los cuerpos de los animales eran lanzados a una hoguera fuera del templo, como holocausto a algún Dios, miraba esa sangre que derramada, todavía caliente, me recordaba el ejercicio de dar la mía, y me preguntaba, para qué Dios necesitaría sangre, y me revolcaba en mil preguntas más. Salí corriendo de ese lugar, como un animal a punto de ser sacrificado, huyendo de mis preguntas que se presentaban en forma de daga, hace mucho tiempo no me atrapaba un descontrol como ese, en cierta forma necesitaba descontrolarme, corrí y lloré en el camino, llegué a orillas del río y me abracé a la tierra, y seguí llorando, la sangre que vi en aquel templo, activó miles de preguntas, encendió lámparas, en mí, jamás usadas, era la sangre que me llamaba, pero no la sangre del animal, sino la sangre misma como sangre. En fin, era sangre, era fuego, era llama incandescente que ardía en mí y sentí por primera vez la fuerza de la Vocación. Y digo así, la vocación y no mi vocación, porque no es de este mundo ilusorio, es del Mundo devenido de la Realidad, entonces esta Vocación no tiene dueño, ni la puede tomar nadie, como el acto de vivir, no lo puede tomar nadie, siempre pasa, nunca queda quieta.

Ya había sentido a orillas del Nilo mi vocación que ni siquiera la tenía clara, claro, sólo la sentí, ahora habría que razonarla.

Trabajando en los talleres de la escuela, pensaba, qué me había arrebatado de tal forma aquella tranquilidad con que llevaba mi camino, era la sangre o el miedo a ofrendarme, no entendía cómo a una Divinidad le gustaría recibir sangre, en el hospital dónde trabajábamos los hombres, mientras limpiaba las heridas de un anciano, pensaba, el anciano se dio cuenta de mi inquietud y me dijo en voz baja:

-¿Qué te atormenta?

Le miré fijo, seguí haciendo mi trabajo, los aprendices del grado en el que estaba, teníamos permitido salir del claustro pero nos era prohibido hablar con cualquier persona, es decir el claustro ya no era un lugar cerrado sino cerrados a cualquier lugar, hice como que no lo escuché y para mayor tormento volvió a hablar:

-Haz de cuenta que no estoy aquí, que soy tu voz interior, dentro de tu clausura interior.

Sentí escalofrío, parecía un sabio, tenía ganas de hablarle, pero si me veían hablando con él significaría el mal estar de mis superiores. En voz baja le respondí:

-No puedo hablar.

-Ya me has contestado- respondió.

Mayor fue mi deseo de hablar con él y antes de volver a dirigirle una sola palabra me dijo:

-Entonces no hables, hablaré yo, sé perfectamente lo que te atormenta, es la duda, deja que te cale, pero no la dejes calando siempre, revisa lo que ha sacado y lo que ha encontrado, mírame, estoy herido y ya no sirvo para muchas cosas, pero todavía soy un recipiente de vida, no porque esté agujereado por mis heridas la vida se me escapa, lo que se me escapa es el tiempo de vida, pero aún así cuando esté libre del tiempo seré la vida misma y ya no necesitaré ser un recipiente, mira como sangro, y todavía hablo.

Limpié rápidamente sus heridas, él me miraba fijo, yo miraba el suelo, ni siquiera sus heridas podía mirar porque me recordaban sus palabras. Esa noche no dormí, pensaba y pensaba el significado de todo esto, sus palabras las analicé una a una, más enredado no podía estar, la noche era larga, pedía con devoción el don del descanso, pero esa daga de preguntas volvía a todo momento, separé de nuevo esas palabras.

Sangre. Vida. Tiempo.

No entendía aún cuando la ventana mostraba un cielo apunto de parir un nuevo día, la hora antes del amanecer, ¡qué hora bendita! Y ¡qué maldición la mía de no amanecer por dentro! Dar la Sangre en Ofrenda a Dios, humano recipiente de vida, Vida o respiración de Dios, Tiempo contenedor de la forma Vida, Vida residiendo en el Tiempo, Sangre, Vida, Tiempo a Dios, Humano, Tiempo. No podía creer, la Ofrenda estaba hecha, la Vocación descubierta, ella, tranquila me decía, Dame tu Sangre y yo malentendía, Dar la vida por los demás, no es sólo morir físicamente por ellos, es morir en tiempo, dar el tiempo a ellos, a ellos, humanos, templos verdaderos de la Divinidad, de la Vida misma, Dios, sólo me pide el tiempo que hice mío en la ilusión, a los más necesitados de la creación, la humanidad, y cuando pienso humanidad le incluyo a mi persona… Dar la Sangre es invertir el Tiempo en Dios, que es su propia Creación, que soy yo mismo, que es mi hermano, que es mi enemigo y mi madre. ¡Cuánto tiempo estuve distraído! Y ahora que muero al tiempo por la Voluntad Divina en cada llamada pérdida de tiempo por el ignorante, en cada oración y en cada acto de escucha al afligido y alegría al oprimido y al opresor, al de al lado y al que se sienta en la misma silla que yo, siento Vida, Sangre, Fuego, que nunca se consume, crece en cada alma que entra a mi casa.

Espero hijo haya sido de ayuda este texto que te he dejado, ahora que entiendes la Renuncia, deja entrar la duda, que los caminos no están cerrados, y son los pies los que se cierran a caminar, ahora hijo, que entiendes a la sangre misma, deja el oficio de sacrificar animales, que no se te pide sacrificio, tan solo compasión, el acto sagrado mayor.

Una lluvia nocturna, una brisa del sur entró por la ventana, el Maestro dejó mi mano quieta, lo agradecí. Y me dispuse a descansar.


Inspirado por un Maestro.

Expirado por el que firma.


José Fernando Cabrera M.

(Terminado el

14 de abril de 2009)

domingo, 12 de abril de 2009

Me declaro Vivo


¡Me declaro vivo!
Saboreo cada acto.
Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí, entonces me portaba como los demás querían y mi conciencia me censuraba.

Menos mal que a pesar de mi esforzada buena educación siempre había alguien difamándome.

¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó que la vida no es un escenario! Desde entonces me atreví a ser como soy.

El árbol anciano me enseñó que todos somos lo mismo.

Soy guerrero: mi espada es el amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la libertad.

Si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme, no hice de la cordura mi opción. Prefiero la imaginación a lo indio, es decir inocencia incluida.

Quizás solamente teníamos que ser humanos. Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos, sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo transitando de espaldas a la luz.

Por eso es muy importante que sea el Amor lo único que inspire tus actos.

Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra detrás de las palab
ras; no soy un sabio, sólo un enamorado de la vida.

La mejor forma de despertar es hacerlo sin preocuparse porque nuestros actos incomoden a quienes duermen al lado.

La meta no existe, el camino y la meta son lo mismo. No tenemos que correr hacia ninguna parte, sólo saber dar cada paso plenamente.

Cuando somos más grandes que lo que hacemos, nada puede desequilibrarnos.

Pero cuando permitimos que las cosas sean más grandes que nosotros, nuestro desequilibrio está garantizado.


Quizá sólo seamos agua fluyendo; el camino lo tenemos que hacer nosotros.

Más no permitas que el cauce esclavice al río, no sea que en vez de un camino tengas una cárcel.

Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez.

Amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad que pulula por doquier, infectando almas y atrofiando corazones.

La gente está tan acostumbrada a ser infeliz, que la sensación de felicidad les resulta sospechosa.

La gente está tan reprimida, que la espontánea ternura le incomoda y el amor le inspira desconfianza.

La vida es un canto a la belleza, una convocatoria a la transparencia.


LES PIDO PERDÓN PERO….¡ME DECLARO VIVO!

Chamalú. Indio Quechua

martes, 7 de abril de 2009



Los portadores de sueños

En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.

Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores,
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.


Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
Guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras
de catástrofes.
los llamaron ilusos, románticos, pensadores de
utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua
el corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los
multiplicaban
y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también habia engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.

Los portadores de sueños sobrevivieron a los
climas gélidos
pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
torrenciales
Tuvieron algo que ver con esto,
La verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento
de todas partes venían a impregnarse de su aliento
de sus claras miradas
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños
soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.


Son peligrosos - imprimían las grandes
rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes
en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.


Hay que destruirlos - imprimían las grandes
rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus
discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.


Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías
y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches
y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
sueños
que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías.

Gioconda Belli

miércoles, 1 de abril de 2009


Cae un rayo sobre la piedra que se alza en alta mar
desde lejos, parece que cae sobre el agua,
eran dos vientos los que ventaban esa noche,
eran dos corrientes las que silbaban,
una movía las nubes intranquilas,
la otra, peces, estrellas y sirenas.

Un rayo que dura una gota de agua,
una gota que sacia mil vidas,
mil vidas que contiene el rayo,
la tormenta es la madre de las almas
y el mar, mujer, los amamanta.

José Cabrera