domingo, 23 de agosto de 2009

No pasa nada.




Miles de sombras invertidas caen
sin cesar en el claroscuro ocaso,
sin brisa, en un lejano autobús
por las calles cariadas
y como si fuera poco: monótonas.

Vendedores ambulantes, cantantes,
se repliegan en los semáforos
envenenados retículos endoplasmáticos,
reciben indiferencia como pan.
No pasa nada Paraguay.

Serpientes motocicletas, chipas,
una bicicleta silenciosa me bordea,
negocios agolpados, luces
y ocaso claroscuro
virtiendo mil sombras invertidas.

Carrera de autobuses,
una agitada melodía,
señoras nervioasustadas,
semáforo en rojo, bocinas,
una cartera corre de su dueño.

No pensé pasar por esto,
el pensamiento no cabe,
la mecánica rutina distrae
a la pelota de fútbol,
deslizándose por los bares.

Colgados de los tubos,
los pasajeros se balancean,
auriculares y espesos celulares
manejando a grandes eucariotas.
Rozan las mil sombras.

Y se desata una risa,
al fin el aire afloja vida.
Una guitarra explota al bus,
la ventanilla me mira
y veo dormir mil sombras invertidas.

José Cabrera
(6/06/08)
Avda. Eusebio Ayala.

martes, 11 de agosto de 2009

En la Semana del Niño... para los niños, para los que regresarán y para los que fuimos... para pensar..



Recordando a los niños caídos de Acosta Ñu, que fueron a la Guerra... que los envió algun militar.... por los miles de niños caídos, por los miles que caen en la guerra del día a día... por los miles que caerán... por los adultos que fueron niños y siguen caídos... por la continuidad de esta Batalla y por el dolor de la Madre Patria en sus miles de madres huerfanas de sus hijos... por ese dolor... que no se nos pase de largo...

Regresarán un Día
Hérib Campos Cervera


Por los caídos por la libertad de
mi pueblo y para los que viven para
servirla, esta constancia.

I
¿Veis esos marineros aún vestidos de pólvora;
y esos duros obreros cuya sangre de fuego
circula como un río de encendidas raíces
bajo el denso quebracho de sus torsos?

¿Y esas pequeñas madres, de tan leve estatura
que parecen hermanas de sus hijos?



¿No visteis, no tocasteis el rostro fragoroso
de esos adolescentes cubiertos de relámpagos;
seres rotos, usados, gastados y deshechos
en una mitológica tarea?

¿Los veis? Son los Soldados
de una hora, de un día, de una vida:
todos los Hijos obscuros de la misma ultrajada tierra,
que es mía y es de todos
los muertos de esta lucha.



¿Veis esos ojos con dos rosas de lágrimas
colgadas de sus órbitas azules?

¿Veis todas esas bocas despojadas de labios;
con trozos de guitarras colgados de sus bordes;
todas deshilachadas, arrojadas de bruces
sobre la inocencia triste del pasto y de la arena?

¿Los veis allí, hacinados,
bajo la misma luna de los enamorados;
agrediendo la clara piedad de la mañana
con su despedazada sonrisa?


¿Veis todo ese tumulto de la sangre temprana,
que camina de día, de noche, a todas horas
hacia los más profundos niveles de la tierra,
donde se están labrando los moldes transparentes
de todos los Soldados de las luchas futuras?




Abiertos en canal, de Norte a Norte,
-desde donde nacía la Semilla del Hombre-
hasta el caliente refugio del grito, yacen.

Miran las altas luces del alto día del duelo,
mostrando los horóscopos helados de sus manos
y sus frentes de piedra amanecida
y la cal valerosa de sus huesos.



II
No moriré de muerte amordazada.
Yo tocaré los bordes de las brújulas
que señalan los rumbos del Canto liberado.
Yo llamaré a los Grandes Capitanes
que manejan el Viento, la Paloma y el Fuego
y frente a la segura latitud de sus nombres,
mi pequeña garganta de niño desolado
fatigará a la noche, gritando:

«¡Venid, hermanos nuestros!
¡Venid, inmensas voces de América y del Mundo,
venid hasta nosotros y palpad el sudario
de este jazmín talado de mi pueblo!




»¡Acércate a nosotros, Pablo Neruda, hermano,
con tu presencia andina, con tu voz magallánica;
con tus metales ciegos y tus hombros marítimos;
acércate a la sombra de tu estrella despierta
y contempla estas llagas ateridas!





»¡Ven, Nicolás Guillén,
desde tu continente de tabaco y azúcar,
y con esa segura nostalgia de tus labios
ponle un exacto nombre a esta agonía!



»¡Y tú, Rafael Alberti -marinero en desvelo,
pastor de los olivos taciturnos de España,
tú, que una vez cuidaste la sangre de los héroes
que puso a tu costado mi patria guaraní
-dibújanos el mapa
de estos desamparados litorales de muerte!

»¡Venid, hombres absortos; madres profundas; niños;
buscadores de Dioses; pordioseros;
máscaras evadidas y nocturnas del vicio;
patentados jerarcas de la virtud de feria;
venid a ver el rostro del martirio!

»Venid hasta el remanso de este dolor antiguo;
simplemente venid; así, sin lámparas;
sin avisos, sin lápices y sin fotografías
y dejad, si podéis, en las riberas
la memoria, los ojos y las lágrimas.



»Tocad con vuestras manos estos lirios dormidos;
tocad todos los rostros y todas las trincheras;
la numerosa muerte de todos los caídos
y el polvo que sostuvo esta batalla.



»Apartad con la punta de vuestros pies desnudos
todos estos metales de nombres extranjeros;
estos lentos escombros de torres agobiadas;
esta antigua morada de la miel
y la verde pradera
de esta selva temprana de soldados».

Sí. Todas estas torres de acumuladas ruinas,
son nuestras.
Aquella sangre rota y estas manos deshechas,
son nuestras;
son nuestro honor de ayer y de mañana.



Yo lo proclamo ahora desde el hondo reverso
de esta paz de cadáveres:
todas estas banderas
y estos huesos, abrumados de luchas,
son el metal de nuestro riesgo;
son el emplazamiento de nuestra artillería;
nuestro muro blindado;
nuestra razón de fe.

III
Porque no está vencida la fe que no se rinde,
ni el amor que defiende la redonda alegría
de su pequeña lámpara, tras el pecho del Hombre.



Con estas simples manos y estas mismas gargantas,
un día volveremos a levantar las torres
del tiempo de la vida sin sonrojos.

Desde el fondo de todas las tumbas ultrajadas
crecerán las praderas del tiempo de soñar.
Aquí, cerca, en las márgenes de la tierra pesada;
junto a la sal antigua del mar innumerable;
en la madera espesa y el viento de los árboles,
están creciendo ya.



Yo sé que en la mañana del tiempo señalado,
todos los calendarios y campanas
llamarán a los Hijos de este Día.

Y ellos vendrán, cantando, con su misma bandera;
con su mismo fusil recuperado;
vendrán con esa misma sonrisa transparente
que no tuvieron tiempo de enterrar.



Vendrán la Sal y el Yodo y el Hierro que tuvieron;
cada terrón de arcilla les tornará los ojos;
la cal de su estatura se asomará a su cauce
y alguna eterna Madre de un eterno Soldado
los llevará en la noche caliente de su sangre.

Y en la hora y el día de un tiempo señalado,
regresarán, cantando, y en la misma trinchera
dirán, frente a la misma bandera de mil años:



«¡Presente, Capitana de la Gloria!
¡Aquí estamos de nuevo para cuidar tu rostro,
tu ciudadela intacta; tu imperio invulnerable,
Libertad!».

lunes, 10 de agosto de 2009

¿Un café?




Dime si no te hago bien,
si soy solo un libro por leer
o una clave de luna en silencio,
si la misma corriente de luz
que queda después del beso
es la que emana tu boca
o es mi simple modo ilusorio
de darle una metáfora loca
a tu lumínico modo de proceder.

No quiero ser humo falso
que te busca en los pulmones
y después muere en el aire,
o el analgésico necesario
para poder dormir tranquilo.
Soy lo que se te ocurra ser,
si así te parece, es mejor,
seguir sin conceptos conflictivos
besarte, seguir viéndonos.

Es urgente tomar un café,
dormir unos segundos
y soñar después,
es imposible alejarnos un tiempo,
no viene al caso el reloj,
quedarnos viendo sin prejuicios
una ventana sin marco,
dormidos en la misma almohada,
dormir, a pesar del café.

Y si los locos duendes vuelven,
y nos encuentran cenando,
nos seducen con juegos macabros
de enfermas discusiones
y plantado egoísmo,
me olvidaré de mí mismo
y vemos como termina la noche,
con velas o con tu boca,
inhalando tu cuello al amanecer.

Y si no me dices todo aquello
que todavía no te pregunté,
voy a moldear la respuesta
aunque no sea correcta,
a mi boca que busca la tuya,
a mis ojos que se esconden,
al silencio de tu cuerpo.
Y si solo soy medicina,
nos vemos después.
(aunque me enferme).
Permiso a oscurecer.



José Cabrera
(es una poesia que escribi hace mucho, ahora encontre... espero gusten de ella)

Fotografía: Andy Duarte.

jueves, 6 de agosto de 2009

Oración al Tiempo



Es un señor tan bonito
En la cara de mi hijo,
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
Voy hacerte un pedido
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

Compositor de destinos
Tambor de todos los ritmos
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
Entro en acuerdo contigo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

Por ser tan inventivo
Y parecer continuo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
Es uno de los dioses mas lindos
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

Que sea aun mas vivo
En el son de mi estribillo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
Oye bien lo que te digo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

Te pido placer legítimo
Y movimiento preciso
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
Cuando el tiempo sea propicio
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

De modo que mi espíritu
Gane un brillo definido
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
Y extienda los beneficios
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

Lo que usaremos para eso
Queda guardado en sigilo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
Apenas contigo y conmigo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

Y cuando yo tenga que salir
Para fuera de tu círculo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
No seré ni habrás sido
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo…

Todavía así creo
Posible sea reunirnos
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
En otro nivel de vínculo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo

Por tanto te pido aquello
Y te ofrezco elogios
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo
En las rimas de mi estilo
Tiempo Tiempo Tiempo Tiempo

(Caetano Veloso)



"Todo tiene su momento oportuno;
hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:

un tiempo para nacer, y un tiempo para morir;

un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar;

un tiempo para matar, y un tiempo para sanar;

un tiempo para destruir, y un tiempo para construir;

un tiempo para llorar, y un tiempo para reír;

un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto;

un tiempo para esparcir piedras, y un tiempo para recogerlas;

un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse;

un tiempo para intentar, y un tiempo para desistir;

un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar;

un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser;

un tiempo para callar, y un tiempo para hablar;

un tiempo para amar, y un tiempo para odiar;

un tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz"

(Eclesiastés 3, 1-8)


"El tiempo que perdiste por tu rosa es lo que hace a tu rosa tan importante"

("El principito", Antoine de Saint Exupery)


"El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto."

(Charles Chaplin)


"Vosotros, los europeos, tenéis los relojes, pero nosotros tenemos el tiempo."

(Proverbio africano)


Es tiempo de Amar, de Conocer, de Razonar, de Ordenar, de Evolucionar y de Vivir!
porque el tiempo no nos limita... somos nosotros los que nos limitamos!
Tiempo, Tiempo, Tiempo!

José Cabrera