sábado, 22 de enero de 2011

Vocación



Cuando sea grande quiero ser…

Puedo volar entre las nubes del cielo, cantar en algún coliseo, trabajar como contador o ser actor de teatro, filmar alguna película, llamar a algún delivery y pedir alguna pizza, salir con los amigos, visitar países extraños, jugar damas en Cuba, tener un auto, una casa, unos hijos y una mascota.

Puedo servir en el África, ser muy patriota e ir a la guerra, dar de comer a las aves, llevar al colegio a algún sobrino, regalar electrodomésticos a mi madre, pescar con mi padre, visitar la tumba de mi abuelo y correr en la lluvia aún teniendo paraguas.

Puedo venir del trabajo cansado, ver la tele en la sala, acostarme cuando todos se despierten, leer un libro viejo, llorar en nochebuena porque es navidad y en año nuevo porque se hizo costumbre, limpiar mi pieza y tirar lo que ya no me sirve, reciclarme un poco en algún campo y volver a la ciudad sin permiso.

Puedo, de poder puedo tantas cosas, y después qué, que me lleve ya la muerte, que crezcan ya los nietos, vivir en alguna farmacia, correr hasta los hospitales, mendigar un poco de vida, y después qué…

De tener, tengo tantas cosas, y después qué, puedo cambiar otra vez el auto, reparar la casa, comprar nuevos electrodomésticos porque los que heredé de mamá ya no funcionan, desligarme de responsabilidades, ir a visitar la tumba de mi madre y después qué.

Solo me queda la bandeja que sostenía tantas opciones para hacer y ser. Y miro la bandeja, espejo fresquísimo de no-ideas… no quedaban más opciones que mirarse en ella y rebotar en la memoria de alguna retrospectiva que no analicé, solo me miraba y no veía absolutamente nada, más que mi vocación de haber hecho todo lo que hice, solo que me faltó algo, una opción, la bandeja misma, no-ser, es mi nuevo empleo.

José Fernando Cabrera Martínez

22/01/11


“La vocación no es una opción más entre un abanico de actividades posibles: es lo que da sentido a toda actividad…”

Jorge Waxemberg


Foto: Hugo Peña

jueves, 20 de enero de 2011

Acuario




El camino bordado en agua,
la estrella en el centro del cielo,
la luna a un costado
satisfecha de dicha,
la oscuridad del siguiente paso
y alguien recién posó su mano en mi mano.

En la izquierda tenía una cántaro,
una tormenta en la derecha,
en sus ojos vertía el devenir
y eran claros sus labios.
El aguador nació de la luna
cuando ella alumbró a mi costado.

Saturno de las horas interminables,
oh karma de sucesión de deseos,
derrámame en el camino
las flores que llevo dentro!
Son para el compañero aguador y sus aguas
que de ti y la luna surgieron.

Aguador que callas
y ves más allá del velo,
aguador que con tu luz cercenas mi pecho,
me descompones y reconstruyes
en una milésima de segundo
aguador que observa y besa,
abres con un remo el sendero.

Campos donde la muerte y la vida
no son caras opuestas
y el tiempo se reúne consigo mismo sin relojes,
Campos de Acuario, una mesa, un vino,
una vela inquieta, y todo,
todo continuo,
eterno.

José Fernando Cabrera Martínez
20/01/2011