(para un amor fotógrafo)
Dos estrellas de agua y fuego
de donde nacen los vientos de la tarde
dos hermanos, dos amantes
distanciados por una duna de sangre.
Cortinas mojadas de antiguos colores
llenas de polvo y notas musicales.
Planetas de blando mármol
invocan texturas del cuerpo amante.
No sabremos, no sabrán, nadie sabe
porqué cuando cierran sus persianas
silencioso, el infinito se abre.
Abuelo que sana las raíces de la carne.
Si se juntan dos ventanas,
dos ojos al mirarse.
Nacen corrientes nuevas de aire,
se alumbran, se paren por relámpagos lunares.
Semilla en blanco y negro
es su iris de chocolate,
recrea los surcos de la piel dormida
en memorias vegetales.
José Cabrera
1/03/2013
(Fotografia de Sebas Ovelar)