sábado, 28 de enero de 2012

Lección XC CXII





Invertí tanto tiempo en mirarte,
no sabía que el tiempo
estaba administrado por alguna empresa de telefonía,
cobrando segundo a segundo los besos
que te tenía pensado dar.

Y ahora, seco de besos,
de ni un beso alcanzado,
(hasta de besos imaginarios)
se escapa mi aliento y trata de diseñar tu rostro
que cada día pierde un pixel.

Pobre corazón,
que cedió lugar para extranjero sin equipaje,
y ni peregrinos, ni halcones se asomaron...
pobres ojos,
no saben juzgar la ilusión.

Educaría con más tiempo a mis ganas,
y a mis manos que te tocaron
les informaría que los reyes magos no existen,
puedo borrar esta misma noche
tus huellas dactilares,
sin embargo,
las guardaré como un recuerdo de verano.

Me moriría hoy mismo,
tengo que ir al supermercado,
hacer la cena,
repasar el último capítulo del último libro,
regar las plantas,
cosechar los limones que están a punto de explotar,
acariciar a mi gato,
cambiar los muebles de lugar,
abrazar al que me necesita...
estoy tan sin tiempo para cajas y cortejos...

Si no te importa,
si no te importo,
si te molesté tanto,
me hubieses avisado...
esa ropa colgada no puede quedarse en la lluvia
sería el doble de trabajo!

Y entonces
aprendo a intuir temporales y borrones,
a oler lluvia y dolor ajeno,
aprendo a barrer la sal y el pan
que dejamos en la última cena...


José Fernando Cabrera M.
28/01/2012