sábado, 7 de abril de 2012

un pueblo desaparecido





raíz, tronco, rama....
rama en rama voy pasando,
hojas por donde me voy expandiendo,
verde mi piel, mi sangre roja,
en los ojos tengo un puñado de cielo
y en los pies me brotan ríos de savia,
mojan las esperanzas de los pueblos desaparecidos,
de los gritos que se callaron, de la selva
desesperada por seguir respirando...

jadeo de la tierra madre
del olor a leche recién cosechada
y semillas heridas de raíces, nacen.
un grito y un silbido,
el sol entrometido entre los árboles,
un grito y un pecho que bate
el dolor de un pueblo desaparecido

flechada dirección de un destino amarillo
arcilla que nació de un viento antiguo,
de nubes eléctricas, madres del arroyo interno
del bosque memoria de ancestrales padres,
que bebieron junto a las piedras la sabiduría de lo eterno,
hoy grita Tupí, escondido en lo tupido,
la fuerza de un pueblo desaparecido.

Carne vegetal, dulces frutos encarnan,
en mi sangre corre esa lágrima convertida en planta,
surcan mis ojos un pedido de urukú y ceniza
amamantar en brazos de madre originaria,
que ansiosa esperaba ver reverdecer esa paz
de ritos y besos desconocidos
de gargantas nuevas en antiguos gritos
de un pueblo desaparecido.

José F. Cabrera
7/04/2012