miércoles, 30 de septiembre de 2009

¿A quiénes amar?

Palabras del Padre Alberto Hurtado, sacerdote jesuita, santo de Chile.
"Un Fuego que enciende otros Fuegos"


¿A quiénes amar?

...A todos mis hermanos de humanidad. Sufrir con sus fracasos, con sus miserias, con la opresión de que son víctimas. Alegrarme de sus alegrías...

...Comenzar por traer de nuevo a mi espíritu todos aquellos a quienes he encontrado en mi camino: aquellos de quienes he recibido la vida, quienes me han dado la luz y el pan. Aquellos con los cuales he compartido techo y pan. Los que he conocido en mi barrio, en mi colegio, en la Universidad, en el cuartel, en mis años de estudio, en mi apostolado... Aquellos a quienes he combatido, a quienes he causado dolor, amargura, daño. A todos aquellos a quienes he socorrido, ayudado, sacado de un apuro... Los que me han contrastado, me han despreciado, me han hecho daño. Aquellos que he visto en los conventillos, en los ranchos, debajo de los puentes. Todos ésos cuya desgracia he podido adivinar, vislumbrar su inquietud. Todos esos niños pálidos, de caritas hundidas...

...Todos los del mundo: son mis hermanos...

Encerrarlos en mi corazón, todos a la vez. Cada uno en su sitio, porque naturalmente hay sitios diferentes en el corazón del hombre. Ser plenamente consciente de mi inmenso tesoro y con ofrecimiento vigoroso y generoso, ofrecerlos a Dios...

Mi alma jamás se había sentido más rica, jamás había sido arrastrada por un viento tan fuerte, y que partía de lo más profundo de ella misma; jamás había reunido en sí misma tantos valores para elevarse con ellos hacia el Padre…

…Pero entre todos los hombres hay algunos a quienes me ligan vínculos más particulares, son mis más próximos prójimos, aquellos a quienes por voluntad divina he de consagrar más especialmente mi vida.



Mi primera misión, conocerlos exactamente, saber quiénes son. Me debo a todos sí, pero hay quienes lo esperan todo, o mucho de mí: el hijo para su madre, el discípulo para su maestro, el amigo para el amigo, el obrero para su patrón, el compañero para el compañero. ¿Cuál es el campo de trabajo que Dios me ha confiado? Delimitarlo en forma bien precisa; no para excluir a los demás, pero si para saber la misión concreta que Dios me ha confiado, para ayudarlos a pensar su vida humana. En pleno sentido ellos serán mis hermanos, mis hijos…

Amar no es vana palabra. Amar es salvar y expansionar al hombre. Todo el hombre y toda la humanidad

Entregarme a esta empresa, empresa de misericordia, urgido por la justicia y animado por amor. No tanto atacar los efectos, cuanto sus causas. ¿Qué sacamos con gemir y lamentarnos? Luchar contra el mal cuerpo a cuerpo.

Meditar y volver a meditar el evangelio del camino de Jericó (Lc 10, 29-37). El agonizante del camino es el desgraciado que encuentro cada día, pero es también el proletariado oprimido, el rico materializado, el hombre sin grandeza, el poderoso sin horizonte, toda la humanidad de nuestro tiempo en todos sus sectores.



La miseria, toda la miseria humana, toda la miseria de las habitaciones, de los vestidos, de los cuerpos, de la sangre, de las voluntades, de los espíritus; la miseria de los que están fuera de ambiente, de los proletarios, de los proletarios, de los banqueros, de los ricos, de los nobles, de los príncipes, de las familias, de los sindicatos, del mundo...

…Tomar en su corazón y sobre sus espaldas la miseria del pueblo, pero no como un extraño, sino como uno de ellos, unido a ellos, todos juntos en el mismo combate de liberación…




…Lo contrario de la miseria no es la abundancia, sino el valor. La primera preocupación no es tanto producir riqueza, cuanto valorar el hombre, la humanidad, el universo…

…Amarlos hasta no poder soportar sus desgracias....



…Mi misión no puede ser solamente consolarlos con hermosas palabras y dejarlos en su miseria, mientras yo como tranquilamente y mientras nada me falta…



…Que los errores anclados en su corazón me pinchen continuamente. Que las mentiras o las ilusiones con que los embriagan, me atormenten; que los periódicos materialistas con que los ilustran, me irriten; que sus prejuicios me estimulen a mostrarles la verdad…

…Amarlos para que adquieran conciencia de su destino, para que se estimen en su valor de hombres llamados por Dios al más alto conocimiento, para que estimen a Dios en su valor divino, para que estimen cada cosa según su valor frente al plan de Dios…



…Amarlos apasionadamente en Cristo, para que el parecido divino progrese en ellos, para que se rectifiquen en su interior, para que tengan horror de destruirse o de disminuirse, para que tengan respeto de su propia grandeza y de la grandeza de toda creatura humana, para que respeten el derecho y la verdad, para que todo su ser espiritual se expansione en Dios, para que encuentren a Cristo como la coronación de su actividad y de su amor, para que el sufrimiento de Cristo les sea útil, para que su sufrimiento complete el sufrimiento de Cristo….

…Amarlos apasionadamente...



…Si los amamos, sabremos lo que tendremos que hacer por ellos…

¿Responderán ellos? Sí, en parte.


Dios quiere sobre todo mi esfuerzo,

y NADA SE PIERDE DE LO QUE SE HACE EN EL AMOR.”



Alberto Hurtado sj



Amar es Iluminar, Liberar y Vivir en Dios.
Si amamos nos iluminamos, nos liberamos y vivimos en Dios.
Dios en su más hermosa manifestación es la Humanidad...
Piense en eso...

domingo, 27 de septiembre de 2009

Madurar



Madurar exige contemplar de un modo realista el medio que nos rodea, comprender y aceptar las cosas, para vivir felizmente.
Joe Kurt

(Foto: kloncy Red & Blue
Lapacho paraguayo)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Consecuentes coincidencias.


La encontré en el éter claro
cargado de música vagabunda,
de consecuentes coincidencias,
con su mirada cortando la oscuridad,
tijeras de luz que no dejan de mirar.

La encontré en vidas futuras,
y la volví a mirar extraño,
conociendo la savia que mana,
entreabriendo el ojo del medio,
de aquellos ojos afilados.

¡Y cómo nos encontramos!
Se abrazan como dos viajeros,
nuestros inconscientes pensamientos,
se abrió la escarcha,
que cerrada tantos años
no nos dejó charlar pausado, lento.

¡Y cómo desaparecen!
¡Cómo se extinguen,
bajo su mirada cortante,
las blancas hemorragias!
¡Ay, como se evaporaban!

Vuelve la luz al foco,
Reencuentro,
dos historias, dos ríos,
abrazados bajo el cielo,
dos cielos, abrazados por el destino.

En la tranquilidad gatuna
de una fiebre que no se acalla,
la encontré, recortando duelos,
deshojando el día, el sol,
con su mirada, casi tácita, nocturna.

Y ya me voy,
por los caminos añiles,
llevando una lámpara nueva
hecha por sus manos,
sus manos, no he de olvidarlas nunca.

Y ya me fui, su voz me sigue,
arrancando versos de su mirada,
que corta lo imposible,
me da la llave del cuarto del fondo,
tijeras de luz, cortando penas.

José Cabrera

jueves, 17 de septiembre de 2009

Angel de la Guarda





Mi mayor amparo es la Coherencia, eso que digo y hago, porque es la puerta por donde todas las mañanas entra mi ángel guardían... si no hay puerta... no hay ángel...
(José Cabrera)

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Problemas?



Un carpintero que había contratado para ayudarme a reparar mi vieja granja, acababa de finalizar su primer día de trabajo muy duro. Su cortadora eléctrica se había dañado y le había hecho perder una hora de su trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.
Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio.
Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.
Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el auto.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.

"Ese es mi árbol de los problemas", contestó.
"Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero hay algo que es seguro: los problemas no pertenecen a mi casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego.

Luego a la mañana los recojo otra vez, lo divertido es...-dijo sonriendo- que cuando salgo a la mañana a recogerlos, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior".