lunes, 11 de mayo de 2009

trabajemos amando



Amigos míos, trabajemos amando.

A fin de que la gloria del espíritu se exprese,
a través del cerebro, en el centelleo del pensamiento, es preciso que la cabeza se ajuste a los variados departamentos del vehículo carnal.
Para eso, es indispensable que cada elemento del cuerpo sea respetado en su función específica.

Los ojos son funcionarios de la visión.

Los oídos son centinelas del conocimiento.

La nariz es el guardián del olfato.

La lengua es la escultora de la palabra.

El corazón es el ministro del equilibrio.

Las manos son artistas del trabajo.

Los pies son esclavos de la sustentación.

Tenemos, sin embargo, otros cooperadores en actividades más humildes.

La epidermis es un manto protector.

Los pulmones son cámaras de aire respiratorio para la garantía de la existencia.

El estómago es el alambique de la digestión.

El hígado es un condensador de energía vital.

El bazo es un generador de sangre.

El páncreas es el excretor de enzimas.

Los intestinos son vasos de selección técnica.

Los riñones son filtros seguros y diligentes.

Los gases son recursos destinados a la expulsión de venenos letales.

Todo en la colmena celular del campo físico es solidaridad perfecta, con especiales objetivos de progreso y perfeccionamiento.

Una reunión de trabajos mediúmnicos es igualmente un cuerpo simbólico, exigiendo que la dirección considere, en su debido valor, todas las piezas de su composición espiritual.

Espíritus angélicos son mensajeros de amor.

Espíritus instructores son emisarios de sabiduría.

Espíritus amigos son frascos de medicamento curativo o de agradable perfume.

Espíritus familiares son bendiciones de reconfortación.

Espíritus sufridores son avisos a la imprevisión.

Espíritus ignorantes son desafíos a la buena voluntad.

Espíritus en desequilibrio son ejercicios de paciencia.

Espíritus cristalizados en el mal son llamamientos al bien.

Espíritus obsesores son oportunidades de auxilio fraterno.

Espíritus gangrenados en la delincuencia o en el vicio son invitaciones a la oración.

¡Amigos míos, para la caridad todo es grande! En la siembra de luz, no hay servicio insignificante!.
En la obra de redención, no hay tareas despreciables.
Para las Leyes Eternas, la mano del legislador que redacta un decreto es tan venerable como la del enfermero que alivia una llaga.
Trabajemos, pues, amando, y que el Señor nos bendiga.

Emmanuel
Chico Xavier

trabajo, trabajo y trabajo... en lo min en lo max

"trabajar por Trabajar"
Don Santiago Bovisio

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