miércoles, 22 de julio de 2009

Reina del Fuego



A la Divina Madre, a la Señora Kali, a Egunita, a Brighid, a la Reina del Fuego.

Se escucha como crispan chispas naranjas en el aire de la noche.

Desde lejos se oyen los pasos de doncellas corriendo, más allá de la montaña y del bosque, alumbra una estrella naranja el oscuro lienzo del cielo.

El aire que se tornaba frío fue transformándose cálido a pesar del invierno, los grillos que se sentían cerca y el viento que venía de lejos, desde la montaña bajan los gitanos y las damas del fuego.

Ritmo en sus pasos, bailaban alrededor de la hoguera, una percusión intrínseca proveniente del latido de sus pechos.

La Madre Noche, arriba, cubierta de su manto negro y sus miles de ojos, rodeaba a sus hijos consumiéndolos.

Entraban dormidos a su seno, comían frutas y leche, se regeneraban y salían despiertos.

La Divina Madre, Divina Justicia los amamantaba en el desierto.

José Cabrera.

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