domingo, 24 de enero de 2010

Fijación



Ultimamente fumo más cigarrillos que besos,
esta sequía no respeta bocas ni vocales,
el bosal de la gripe lo queme como si fuese
una carta patética.

Y da más sed saberse en un país
libre de besos,
no poder renunciar a liberar la lengua.
¿Será la maldición del Liberalismo?
Tener manzanas y no comerlas,
tener pasiones y no consumarlas,
tener miedo y no rezar al mismo ser que lo produce.

Y ultimamente ni cigarrillos,
fumo telenovelas,
besos envueltos en papel chicle
(hasta la envoltura se come uno)

Y ultimamente creo que empecé
a tomar mate por las mañanas,
tereré por las tardes,
esa angustia de llevar algo a la boca.

¿Será que no mamé lo suficiente?

José Fernando Cabrera.

jueves, 21 de enero de 2010

Saber






Yo sabía que tenían hambre,
el vacío no les daba sueño,
que lloraban en silencio,
que no veía a sus padres,
que perdió a su hijo en Europa,
que su hija no trabajaba de empleada doméstica,
que sus hermanos desaparecieron,
que no tenían pasajes de vuelta,
que no podía pagar el alquiler,
que su techo y su olla chorreaban,
que sus bolsillos eran solteros
y que su arte no era más que baratijas.

Yo sabía lo de la financiera,
lo de su otro hijo en la cárcel,
el nombre de sus remedios caros,
el balón de oxígeno que faltaba,
la soja que molestaba,
la tierra que a propósito
no se molestaba en fecundar,
la situación de su hija menor,
él no la quería maltratar
pero tampoco culpar a su tío
(su hermano)
De tocarla por las noches.

Yo sabía que moriría,
hace rato el arroyo es fango con agua,
los patios baldíos son casas,
es difícil conseguir árboles
para míseros nidos.
Sabía lo de su embarazo frecuente,
su fertilidad de corazones inmaduros,
de aceptar ropa por naranjas,
de peregrino eterno hacia ninguna basílica,
que quedaba muy lejos la escuela,
que los mangos solo son una bendición del verano.
Como la caridad dura solo unos minutos.

Yo sabia que sabía,
orgulloso de saberlo predicaba,
me lamentaba en sus velorios
y hasta las sobras de la casa les ofrecía.
Yo sabía todo y más, aun así no pasaba nada,
ahora tendido en la nada,
en la repartija de carnes violentas,
de escuchar de nuevo sus lamentos,
de saber que también ellos odian y aman,
que se besan por las noches, que lloran a sus clavos
y votan a sus Cristos,
solo sé que sabía y no hice nada.


José Fernando Cabrera M.
21/01/10